Me preguntan frecuentemente que es lo que diferencia Jivamukti yoga de otros métodos de yoga.
Hay muchas cosas que son particulares de Jivamukti yoga, y una de ellas (que forma parte del porqué lo he elegido y me siento comprometida con ello), es cómo fue definido por sus fundadores, Sharon Gannon y David Life: «un camino de liberación a través de la compasión hacia todos los seres».
Jivamukti yoga se basa en la idea que la «liberación» (el estado más elevado del yoga, donde hay paz, armonía, lucidez, libertad de condicionamientos mentales y aferramientos) es posible en esta vida, si cultivamos sinceramente la compasión hacia todos los seres. Esto tiene una gran resonancia también con la tradición budista (especialmente Mahayana), donde la compasión es el estado más elevado del camino contemplativo.
La práctica física del yoga, o práctica de āsana, es en esencia un medio para cultivar presencia y compasión.
Si exploramos el significado tradicional de la palabra āsana, veremos que no es «postura», cómo se utiliza frecuentemente hoy en día, sino «asiento». Y qué significa en realidad «tomar asiento»? Significa establecer una conexión, una relación, un intercambio con el asiento, la base que nos sostiene: que en última instancia, siempre es la Tierra.
Establecer una conexión con la Tierra, inicialmente física y energética, durante la práctica de āsana, nos lleva poco a poco a mirar más profundo y a reconocer como Ella nos da sostén -no solo enraizándonos y permitiendo a nuestros cuerpos cultivar equilibrio y estabilidad- sino también en todos los aspectos de nuestra vida, ofreciéndonos alimento, energía, aire, agua… Así que en Jivamukti yoga enfatizamos mucho la necesidad de recuperar el significado original de la palabra āsana para entender que en la práctica de yoga no estamos simplemente haciendo «posturas», sino que estamos refinando y cultivando -a través de nuestro cuerpo, nuestra energía y nuestra respiración- una relación con la Tierra y, por extensión, con todos los seres vivientes que la habitan.
Se trata de sentirse parte integral de algo mucho más amplio, de sentir la interdependencia y la conexión con todo lo viviente: esto es posible en el contexto de una clase de yoga, y genera una experiencia que después podemos llevar a nuestra vida, un deseo genuino de actuar de una forma beneficiosa y constructiva no solo en la relación con uno mismo y con los seres cercanos, sino en la relación con la Tierra y con todos los seres.
Esta es la compasión, que nace espontáneamente de la visión profunda y sabia: no estamos solos, estamos íntimamente e inextricablemente conectados con todo lo viviente.
Comparto aquí uno de los textos que más profundamente expresa el amor hacia la Tierra y la consciencia de la interdependencia: una de las «Cartas de amor a la Tierra», escritas por el maestro budista Thich Nhat Hanh.
«Querida Madre Tierra,
Inclino mi cabeza ante ti mientras miro profundamente y reconozco que estás presente en mí y que soy parte de ti. Yo nací de ti y siempre estás presente, ofreciéndome todo lo que necesito para mi alimentación y crecimiento. Mi madre, mi padre y todos mis antepasados son también tus hijos. Respiramos tu aire fresco. Bebemos tu agua limpia. Nos alimentamos con la comida que nos ofreces.
Tú eres la Madre de todos los seres. Te llamo por el nombre humano de Madre y sin embargo sé que tu naturaleza maternal es más vasta y antigua que la humanidad. Nosotros somos sólo una joven especie de tus muchos hijos. Todos los millones de otras especies que viven o han vivido en la Tierra también son tus hijos. Tu no eres una persona, pero sé que no eres menos que una persona tampoco. Eres un ser vivo, que respira, en forma de planeta.
Cada especie tiene su propio idioma, sin embargo, como nuestra Madre, tú nos puede entender a todos. Por eso sé que ahora me escuchas, cuando te abro mi corazón y te ofrezco mi oración.
Querida Madre, donde quiera que haya tierra, agua, roca o aire, tú estás ahí, alimentándome y dándome vida. Estás presente en cada célula de mi cuerpo. Mi cuerpo físico es tu cuerpo físico, y así como el sol y las estrellas están presentes en ti, también están presentes en mí. No estás fuera de mí y no estoy fuera de ti. Eres mucho más que mi entorno. Tu y yo somos la misma cosa.
Prometo mantener viva la conciencia de que siempre estás en mí y siempre estoy en ti. Prometo estar consciente de que tu salud y bienestar son mi propia salud y bienestar».
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