La amabilidad es el antídoto para todo.
Así como el agua calma el fuego, la amabilidad calma esos momentos en los que nos quemamos unos a otros.
Más allá de todas las formas en las que ardemos y sufrimos, está esa suave y permanente presencia con la que hemos nacido, esperando florecer en el medio de las dificultades.
La amabilidad convierte el fuego en luz.
La primera recompensa de la amabilidad es la sensación de plenitud.
La segunda recompensa de la amabilidad es una mayor integridad en nuestras relaciones.
Pero la más duradera recompensa de la amabilidad es nuestra experiencia de la Unidad.
Porqué ser amables renueva nuestra amistad con todas las cosas.
(Mark Nepo)